2/10/10

I dont want to be part of your scene


Claroscuro




Hay un momento en nuestras vidas en el que nos percatamos de la existencia del tiempo. Pienso que existe el instante preciso en el que somos conscientes de que nos ha ocurrido un hecho tan importante que nos dejó pensando en qué había sucedido antes y qué futuros escenarios nos esperan. Sin embargo, la única manera de saberlo es retrocediendo mentalmente en el tiempo.
Ahora, cuando han pasado los años y creemos ver las cosas de forma distinta, nos puede llegar a fascinar analizar cómo hemos crecido, cómo han cambiado nuestras ideas, quizá dimos un giro radical de 360° o nos hayamos estancado en una etapa de vida de la que nunca escapamos. Creo que seguir el rastro de nuestros pasos es un laberinto de sensaciones y recuerdos que termina en una conclusión: “el tiempo pasa y todo sucede por alguna razón, y de ello siempre se aprende” Así es, de lo diáfano y lo oscuro se obtiene algún provecho para el espíritu

Recuerdo aquellas tardes en las que me sumergía en las novelas, tal vez por curiosidad o por tratar, simplemente, de hallarme en los personajes. Leyendo hoja tras hoja, “Demian” se convirtió en una de mis novelas favoritas. En realidad me impactó tanto que creía encontrarme en un estado idílico por momentos y por otros, en el mismo infierno emocional. Ahora, lo recuerdo y descubro el por qué.

Al igual que Emil Sinclair, nos enfrentamos al mundo precisamente en el momento en que somos más vulnerables a los cambios. Nuestra primera mentira a los padres, la primera anotación en la agenda, la primera fiesta a la que fuimos solos, el primer diploma, todo ello, en su momento, produce cambios en nosotros, como un golpe que nos ubica frente al mundo, al borde de la línea de llegada o en la bifurcación del camino. Quizá sólo se trató de cerrar los ojos en el momento y pensar: “estoy aquí, este es el mundo, yo me veo así de pequeña frente a la inmensidad, ¿hacia dónde estoy caminando? ¿Estará bien o mal? ¿Si está mal… acaso es tan desagradable?” Muchas preguntas que ese momento no podemos responder puesto que todo se paraliza y sólo seguimos caminando, un poco a la deriva o en el ensueño.

Como nos narra Emil, para poder encontrarnos a nosotros mismos necesitamos enfrentarnos al otro mundo, ese mundo de lo desconocido, de las sensaciones diferentes que nos invitan a romper nuestra comodidad y tranquilidad, nuestra paz y seguridad que nos brinda nuestro familia, aquella primera fuente de socialización en la que vamos formando nuestra personalidad. Personalmente, creo es necesario acercarnos al mundo paralelo, por llamarlo de alguna manera, puesto que nos servirá para reforzar nuestros pensamientos, defender lo que creemos, ser nosotros mismos, tomar una posición frente a diferentes escenarios, esto y mucho más es el resultado de la mezcla de varias experiencias que no debemos descartar vivirlas.

La dualidad del mundo, Emil Sinclair frente a las situaciones que lo acorralaban en un mundo obscuro, nuevas sensaciones, la preocupación de decepcionar a la familia, y la propia decepción de uno mismo que le llevaron a un estado de desequilibrio emocional del cual Max Demian resultó ser la luz que trazaba los caminos, como un demiurgo que conocía tanto al mundo como si fuese su propia creación; dependía sólo de Emil elegir. Pienso que Max Demian me dijo en un momento de mi vida: “Bien, este es el riesgo de permanecer en tu capullo, o sales y escapas hacia el mundo, o asumes el dolor de no florecer” ¿Dolor? Claro que sí, es el dolor de estancarse y ver cómo todo cambia y tu no, de ver cómo no te atreves a enfrentar las situaciones, vivir, sentir, experimentar sin caer en la sinrazón ni en la perdición absoluta del alma, para luego estar ahí y contárselo a alguien que esté en una situación similar, si fuese necesario.

Sin embargo, no es fácil, puesto que la gran dificultad de enfrentar estos cambios es, precisamente, que lo hacemos solos. Nadie más acude a nuestra ayuda, al fin y al cabo nosotros mismos somos los que decidimos si hacemos o no tal cosa, si optamos por realizarlo, impulsarlo, vivirlo o simplemente quedarnos cruzados de brazos. Max Demian es una ficción, existe simplemente en nuestras mentes y se convierte en el impulso determinante que va perfilando nuestra personalidad hasta convertirnos en una persona que se ha hallado así misma. Esto conllevará a que seremos capaces de tomar decisiones analizando todas las posibilidades y mantenerse firme defendiendo nuestra posición. Nosotros, la imagen idealizada de lo que podemos ser en el futuro es lo que Frau Eva significaba para Emil.

Es por todo ello que el camino hacia la madurez, en algunos casos puede ser bastante duro y sacrificado, lo cual significa que nos volvemos conscientes de las consecuencias de nuestro comportamiento. Sin embargo, también existe la posibilidad de ser simples espectadores, dejar que la adolescencia permanezca son su disfraz de cotidianidad y ni inmutarse frente a nuevos escenarios.